FUNCIONARIOFOBIA

Nuestros gobernantes han generado una nueva corriente de opinión, a la que día a día van alimentando con la clara finalidad de crear una cortina de humo, desviar la atención sobre la verdadera razón del elevado gasto público y dividir a la opinión pública: la “FUNCIONARIOFOBIA”. Mediante ésta tratan de culpabilizar y cargar el peso de la responsabilidad de la crisis sobre los trabajadores del sector público. Baste como botón de muestra las recientes declaraciones de Miguel Ángel Rodríguez (ex portavoz del Gobierno en la etapa de Aznar) en un programa de televisión donde mantenía que “hay que eliminar el 25% de empleados públicos por no podérnoslo permitir”, “hay que acabar con los privilegios de los funcionarios” y otras perlas similares. Lo que usted llama “privilegios de los funcionarios” son derechos laborales alcanzados a lo largo de los años, sr. Rodríguez. Privilegios son los vehículos oficiales, viajes, dietas astronómicas, asesores, guardaespaldas y un sin fin de prebendas de la clase política de la que usted forma, o formó parte en su día. Pero, ¿realmente podemos prescindir de servicios tan esenciales como médicos, educadores, policías, bomberos y demás servidores públicos, soportes básicos del Estado de Bienestar?¿Son los funcionarios la verdadera razón del elevado gasto público, o realmente lo son las malversaciones de caudales públicos y la mala gestión política? ¿No resultan más prescindibles los elevadísimos gastos en faraónicas obras sin utilidad alguna, los innumerables cargos políticos y cargos de confianza nombrados a dedo y toda la carga que generan a su alrededor?



GALICIA


Monumento a la incoherencia

La Xunta lleva invertidos en la Ciudad de la Cultura 400 millones, el triple de lo previsto

Morel, el personaje del novelista argentino Adolfo Bioy Casares, inventó la inmortalidad. Se atrevió a construir un museo en lo alto de una colina y le echó un pulso al pasado y al futuro mediante un artilugio que se alimentaba de las mareas. El antiguo líder del PP Manuel Fraga ideó en lo alto del monte compostelano de Gaiás la Ciudad de la Cultura, una obra que iba a ser capaz de tutearle a los 800 años de la catedral vecina. En diciembre de 1997, al calor de la exitosa inauguración del museo Guggenheim de Bilbao, Fraga empezó a modelar su sueño. En 1999 convocó un concurso de arquitectura internacional que ganó el estadounidense Peter Eisenman. Y en 2001 se colocó la primera piedra en el monte Gaiás, a casi dos kilómetros del casco urbano. Se iban a levantar una hemeroteca, la Biblioteca de Galicia, un teatro de la música, un edificio de nuevas tecnologías, otro de servicios centrales y el museo de Historia de Galicia; costaría 108 millones de euros, menos que los 126,5 del Guggenheim, el proyecto estaría terminado en tres años y ocuparía una extensión de 60.000 metros cuadrados...



 



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